(Texto de Bilal Dídac P. Lagarriga presentado públicamente en una rueda de prensa el
06-03-2019 en Barcelona)
En
la portada del Periódico del domingo 24 de febrero del 2019
destacaba un titular: “Un grupo islámico controla el top manta en
España”. La noticia, firmada por Juan José Fernández, es un
cúmulo de despropósitos que, de manera muy irresponsable, intenta
destruir el trabajo que llevan a cabo desde hace años las dahiras,
asociaciones integradas por miembros de la comunidad murid. Esta
comunidad, fundada en Senegal hace poco más de un siglo por Cheikh
Ahmadou Bamba (1853-1927), pertenece al llamado islam sufí. Como el
resto de comunidades sufíes del mundo islámico, su principal
objetivo es el desarrollo espiritual de cada uno de sus integrantes y
por ello la presencia de guías espirituales es fundamental. Entre
las particularidades de la muridiya cabe destacar el énfasis en no
utilizar la violencia para resolver conflictos y la importancia del
trabajo -material y espiritual- para crear una sociedad más
armónica.
El
artículo del Periódico intenta mostrar esta comunidad como una
organización sectaria y fuertemente jerarquizada donde las élites
explotan a los fieles. Desgraciadamente, no es un argumento nuevo. A
lo largo de su historia estas mismas críticas han surgido desde el
exterior, en su mayoría por parte de lecturas coloniales que veían
con suspicacia un movimiento que quería auotgestionarse y vivir de
un modo distinto a la lógica colonial. Ya su fundador, Cheikh
Ahmadou Bamba, padeció durante décadas la represión de los colonos
franceses, primero deportado y luego en arresto domiciliario1.
Hoy en día parece que nuestro imaginario continúa impregnado de
esta óptica colonial y eurocéntrica incapaz de entender otras
realidades, simplificando allí donde hay complejidad.
La
responsabilidad de un periodista va más allá de informar, pues
hasta cierto punto tiene en sus manos un dispositivo que contribuye a
crear o sustentar imaginarios y, por consiguiente, formas de
relacionarnos. Cuando un periódico apuesta por el sensacionalismo,
se ve condenado a jugar con imaginarios ya establecidos, muchos de
ellos contrarios a la convivencia. Utilizar según qué palabras en
determinados contextos es peligroso porque alimenta ciertos discursos
del odio sin necesidad de ser literales. Insinuaciones o alusiones, o
cierto tono, logran construir un discurso a pesar de no ser
explícito. En el caso que nos ocupa, palabras clave como omertá,
ley, sumisión, mezquita, mandamientos, santificar...
nos remiten directamente a un discurso que desplaza lo directamente
dicho a lo imaginado por el lector. Además, y a diferencia de otros
artículos que se limitan a insinuar, en este podemos encontrar
literalmente errores o tergiversaciones fáciles de desmontar. Con
este propósito he marcado las frases más polémicas (casi el 90%
del artículo) para rebatirlas.
Llevo
más de diez años interesado en esta comunidad. He residido
temporadas largas en Touba para estudiar el fenómeno, he asistido a
muchos de sus eventos (en Senegal, Gambia y España), me he
entrevistado con todo tipo de murids y me he documentado con numerosa
bibliografía internacional como para sostener que la imagen que
ofrece El Periódico de la muridiya no es cierta. No deja de ser
irónico, por llamarlo de alguna manera, que una noticia donde se
pretende denunciar la venta de productos falsificados sea, a su vez,
una falsificación...
Análisis
del contenido
La palabra 'jebelu' explica muchas cosas en el 'top
manta'. En uolof, lengua de Senegal y Gambia,
significa sumisión, pero no esclavitud, sino como adhesión
o entrega a un colectivo o un proyecto. El
'jebelu' es la condición que une a los miembros del Mouride o
Muridiya.
El jebel -o njebel- es un pacto de confianza totalmente voluntario
entre un guía espiritual (cheikh o marabout) y un discípulo
(talibé). Este pacto puede romperse por una de las dos partes en
cualquier momento porque no se basa en ninguna coacción. El guía
espiritual proporciona consejos y recomendaciones a sus discípulos,
tanto de orden espiritual y moral como social. Estas recomendaciones
funcionan como orientación y en ningún caso el talibé tiene por
qué cumplirlas. Lógicamente, si un talibé nunca hace caso de los
consejos de su guía espiritual se rompe el pacto porque no tiene
ningún sentido esta relación. El talibé ofrece donaciones a su
guía para agradecerle su dedicación, y estas donaciones pueden ser
en forma de dinero o de dedicación -por ejemplo trabajando un tiempo
para él-. A su vez, el guía espiritual no sólo ofrece orientación
y apoyo espiritual y psicológico, muchas veces también le regala
terrenos, vivienda, ejerce como mediador laboral... Algunos, no sin
ironía, destacan que justamente es el guía espiritual quien podría
sentirse 'explotado' por sus talibés, ya que recibe mucha presión y
tiene muchas obligaciones con sus discípulos. Dentro de la muridiya
existen numerosos guías espirituales, algunos con miles de talibés
y otros con muchos menos.
Muridiya, la mayor cofradía del islam al sur del Sáhara.
Ni
mucho menos la muridiya es la mayor cofradía. La tijaniyya, por
ejemplo, está mucho más extendida en la región del África del
Oeste2.
Otra cofradía con mucha más presencia es la qadiriyya. El rol de
estas hermandades sufís en África es especialmente influyente desde
finales del siglo XVIII, aunque podemos encontrar trazos históricos
que se remontan a muchos siglos antes3.
El rol que desempeñan está muy ligado a la educación y, como
afirman muchos estudios4,
es un factor clave en la lucha contra el llamado 'fundamentalismo
yihadista' contemporáneo por el énfasis que dan al cultivo interior
de la persona, el refuerzo del vínculo social y la tolerancia ante
otras creencias.
La confesión es una rama del islam sufí,
integrista, moderada y no violenta.
En
el lenguaje que suelen utilizar los medios de comunicación suele
simplificarse el islam entre integristas y moderados. Aunque desde el
mundo académico suele rechazarse de lleno esta simplificación y se
apela a una mayor complejidad del islam, sorprende encontrar en una
misma definición integrista y moderado.
El 'ndiguel', código interno de la cofradía,
obliga...
El
ndiguel no es un código interno ni obliga a nada. Si el jebel
es el pacto de confianza que se establece entre un guía espiritual y
su discípulo, el ndiguel
es el permiso que recibe el discípulo por parte de su maestro para
hacer algo. Por ejemplo, cuando un discípulo quiere emprender un
cambio importante en su vida, pide consejo y orientación a su guía,
y este le da el ndiguel
(permiso, consentimiento) para hacerlo. Esto no significa que sea una
orden que deba cumplirse obligatoriamente, pues como vamos repitiendo
no hay obligación. El discípulo ni siquiera está obligado a
consultarlo todo con su guía, pero obtener el ndiguel
(permiso) de su maestro hace que el discípulo pueda actuar
consciente de este apoyo moral.
Es
verdad que existen algunas personas que se aprovechan de este vínculo
guía-discípulo y lo utilizan para fines personales. Es algo que ya
se critica en el Corán (el uso de la religión que hacen algunos
para lucrarse) y que el propio Cheikh Ahmadou Bamba criticó en sus
escritos (“Las peores criaturas son aquellas que hacen fortuna bajo
la excusa de la religión y que viven deliberadamente de ella”5).
Hay una pequeña minoría de personas que se reclaman del Cheikh,
dentro de la muridiya,
y que se aprovechan de su condición para enriquecerse, algo conocido
y rechazado por el resto de la familia murid.
El mismo código les cohesionaba en el Senegal
campesino...
No
todo Senegal es campesino, de hecho Touba (ciudad referente de la
muridiya) es una gran ciudad con más de 700.000 habitantes6.
Muchas profesiones están vinculadas justamente al desarrollo urbano,
como la construcción, el transporte, el comercio o los servicios.
Formando 'dahiras' (asociaciones, parroquias)
administradas por un jeque y reguladas en lo religioso por un
'marabú' o 'morabito'.
En
primer lugar jeque (cheikh) y morabito (marabú) son sinónimos y se
utilizan para designar a los guías espirituales, por lo tanto no
existe esta división entre dos figuras que en realidad son la misma.
Las
dahiras nacen como asociaciones con fines concretos dentro de la
comunidad murid7.
Una dahira puede estar integrada por numerosos guías espirituales al
mismo tiempo, por ejemplo para dedicarse a proyectos de construcción,
de publicación o de organización de eventos importantes. Así pues,
las dahiras no son el espacio que estructura la relación entre un
guía espiritual y sus discípulos, pues como decimos en una misma
dahira puede haber muchos guías espirituales que se encarguen de un
proyecto social o muchos talibés que tengan diferentes guías.
También hay dahiras formadas por estudiantes, como por ejemplo la de
la Universidad de Dakar, que ha destacado en las últimas décadas
por su trabajo de publicación y traducción de los escritos de
Cheikh Ahmadou Bamba. La estructura organizativa de la muridiya es
muy compleja y ni mucho menos es una orden piramidal jerárquica
homogénea. Basta mirar los resultados electorales en las Generales
celebradas el mismo día que la publicación del artículo
(24-02-2019) para ver que el voto en Touba es muy diverso y refleja
la pluralidad dentro de un movimiento unido pero no homogéneo.
Los senegaleses muridís emigrados a España, Italia,
Francia o Estados Unidos forman 'dahiras' en cada ciudad, y mantienen
una vinculación espiritual, pero también económica, con la gran
'dahira' de Touba.
Precisamente
porque las dahiras son asociaciones de murids unidos por un fin en
concreto, es lógico que los murids emigrados formen dahiras para
responder a las necesidades específicas de su colectivo. Estas
dahiras funcionan como asociaciones donde encontrar apoyo, ayudarse
mutuamente y realizar proyectos comunes. En las dahiras de la
diáspora es habitual que sus miembros sean discípulos de diversos
maestros, y por tanto la jerarquía es relativa. No hay una gran
dahira de Touba, sino diversas dahiras que se dedican a diversos
proyectos. Una prioridad de la muridiya es la autogestión, y por
ello su orden organizativo es tan elevado y complejo. Cabe recordar
también que la emigración no es sólo a Europa o Estados Unidos,
existen muchas dahiras en otros países de África, en América
Latina (Brasil, Argentina...) y, en menor medida, en Asia.
El 25 de septiembre del 2013, cuando Xavier Trias
recibió a Serigne Mamora Mbacke, uno de los líderes de las
'dahiras' de la diáspora, este le habló al entonces alcalde de
Barcelona de una universidad internacional que se proyectaba en
Touba. Cuando no es una universidad es un hospital.
Serigne
Mamor Mbacké es nieto del fundador y su rol principal es mantener
vivo el contacto entre los miembros murids que están en la diáspora
y Senegal. No es un líder de las dahiras de la diáspora, sino más
bien un referente simbólico que permite a los murids emigrados
permanecer en contacto con su comunidad.
Asimismo,
hay muchos otros guías espirituales que viajan constantemente para
mantener con vida estos vínculos. Serigne Mamor también es el
encargado de establecer relaciones con autoridades e instituciones de
los países que visita en su labor diplomática. De esta forma, se ha
reunido con el Papa, con presidentes y con alcaldes de muchos lugares
del mundo. Su misión no es la de pedir dinero, sino la de
visibilizar la comunidad murid presente en el mundo, fomentando la
cultura de la paz dentro
el Islam y la convivencia pacífica entres las diferentes culturas.
Por ejemplo, hace años gracias a su padre Serigne Mourtada Mbacké,
que tenía el mismo rol, la ciudad de Nueva York estableció el
“Cheikh Ahmadou Bamba Day”, un día señalado para visibilizar
otras realidades más allá de la muridiya y reivindicar la cultura
de la paz8.
Si
Serigne Mamor habla a estas autoridades de la construcción de
universidades y hospitales no es para pedirles financiación, pues
como insistimos la filosofía murid es la de la autogestión, sino
que lo hace para que se pueda entender mejor el proyecto. Hablar de
universidades o de hospitales es romper prejuicios contra una
comunidad estigmatizada (por africana, por musulmana...) a la vez que
refleja una realidad social desconocida. Educación y salud son dos
polos fundamentales para el bienestar de cualquier sociedad y por eso
Serigne Mamor hace hincapié en estos proyectos.
A una sucesión de proyectos sociales o religiosos en
la ciudad santa destinan los manteros (y todo el Mouride)
las donaciones que les pide su confesión.
En
primer lugar no todos los recursos económicos que generan los murids
se destinan únicamente a la ciudad de Touba. En todo Senegal existen
proyectos financiados y gestionados por la comunidad murid. Además,
las dahiras de emigrados también se encargan de realizar proyectos
en el país de acogida y que son beneficiosos para toda la sociedad.
De esta manera, ni mucho menos todo el dinero que puede recoger una
dahira de la diáspora se destina a proyectos en Senegal. Son muchas
las 'casas Touba' en el mundo que funcionan como centro social,
educativo y espiritual abierto a la población en general. En estos
centros se promueve de una forma evidente el trabajo a favor de la
convivencia pacífica. También se organizan actividades culturales
como mesas redondas o recitales. Por otro lado, no todos los miembros
de las dahiras de la diáspora son inmigrantes o de origen senegalés.
Es frecuente la incorporación de personas no senegalesas a estas
asociaciones, también en Europa9.
Asimismo, cabe destacar la presencia activa y clave de las mujeres en
las dahiras. De hecho, la participación femenina no sólo es
bienvenida, sino clave en la muridiya. Existen dahiras mixtas y otras
donde predominan las mujeres. Incluso uno de los peregrinajes más
importantes está dedicado a una mujer: Mame Diarra Bousso, madre de
Cheikh Ahmadou Bamba10.
Cada miembro compra una tarjeta de adhesión a la
'dahira' por siete euros, que les procurará el abrigo de la
comunidad, en la que se comparten casas, comida y algunos servicios,
como el asesoramiento jurídico o las cenas en comunidad durante el
Ramadán. Cada año, el muridí dona el equivalente en francos CFA a
60 euros.
Las
donaciones son voluntarias y todos los miembros aportan lo que pueden
y cuándo pueden. Las donaciones dependen mucho del nivel adquisitivo
de cada miembro.
Tres federaciones de 'dahiras' (Catalunya, Madrid y
Andalucía) lideran en España. A través de ellas, una vez al año
se canalizan donaciones desde cuentas bancarias españolas hasta una
cuenta en Touba.
Las
federaciones de dahiras no lideran, sencillamente una federación es
la estructura organizativa que reúne a diversas dahiras formadas en
muchas de las poblaciones donde viven los murids. Como venimos
repitiendo, las donaciones no se dirigen a una única cuenta en
Touba, sino que el dinero recaudado en las dahiras se destina a dos
fines: el primero a financiar el propio funcionamiento de la dahira
(alquiler o compra del local, organización y promoción de
eventos...) y el segundo a contribuir, en la medida de lo posible, a
diferentes proyectos educativos, sanitarios, culturales o religiosos
que se promueven dentro de la muridiya y que, como ya hemos dicho
también, no se realizan únicamente en Touba.
No todo el dinero procede de la manta: en la costa
cantábrica hay también 'dahiras' de senegaleses enrolados en barcos
de pesca.
Ni
mucho menos los miembros de las dahiras que se dedican al top manta
son la mayoría. Por ejemplo, sólo un 5% de los jóvenes que
circunstancialmente se dedican a la venta ambulante en Barcelona
frecuentan la dahira. Cifras similares las encontramos en otras
ciudades. Los miembros de la comunidad murid que emigraron a España
empezaron a hacerlo en la década de 1980. Algunos se han quedado,
otros han regresado a Senegal, pero una vez regularizados han
accedido a un gran abanico de profesiones. Hoy en día en las dahiras
encontramos profesionales de todo tipo y sólo basta con entrar en
uno de estos locales y hablar un rato con sus miembros para
constatarlo11.
Este tipo de frases del artículo del Periódico son la evidencia más
clara del nivel de tergiversación de todo el texto.
Trabajar sin protestar, servir a los demás
(kidma), rezar y reunirse periódicamene con la comunidad son
leyes básicas.
No
son leyes porque no hay ningún aparato represor que vele para que se
cumplan. Como insistimos, no hay ningún tipo de obligación. Cuando
el periodista escribe 'trabajar sin protestar' está señalando una
red de explotación que en realidad no existe. Por otro lado, servir
a los demás, rezar y reunirse periódicamente con la comunidad son
recomendaciones básicas en el islam y que no conllevan ningún
comportamiento negativo ni dificultan la convivencia con el resto de
la sociedad12.
Las fuentes policiales consultadas no llaman mafia a
las redes de manteros, porque no las cataliza la amenaza de muerte.
Pero sí ven características de organización criminal.
Que
un colectivo -en este caso los manteros- se organice para velar por
sus intereses no significa que la comunidad murid esté detrás. Es
cierto que algunas personas que se dedican a la venta ambulante de
productos ilegales en España pertenecen a la muridiya (como hemos
dicho, alrededor del 5% se implica regularmente en las actividades de
las dahiras), pero ninguna asociación es responsable de lo que hacen
sus miembros en su vida privada. Serigne Mamor, por ejemplo, en su
última visita a Barcelona (2018) enfatizó la importancia de
respetar las leyes del país de acogida.
Organización porque hay jerarquía, 'omertá' (ley del
silencio para con la Policía) y recaudación organizada del dinero
ganado y blanqueo, con frecuencia en forma de donaciones a mezquitas
de dentro y fuera de España.
El
uso de una palabra como omertá,
tan característico del código de honor de la mafia italiana,
responde únicamente a las intenciones acusatorias del Periódico y
en ningún caso refleja la realidad. En las dahiras -y en la muridiya
en general- no hay omertá:
siempre ha existido la voluntad de explicar claramente los objetivos
y el trabajo realizado. La cooperación con los distintos cuerpos
policiales también es habitual. De hecho, como ya hemos dicho,
existe incluso una figura a nivel internacional, Serigne Mamor, que
ejerce como embajador de esta comunidad para poder reunirse con las
autoridades que lo requieran.
Las
donaciones no son blanqueo del dinero ganado. El dinero ganado por
cualquier miembro de la comunidad murid que ha emigrado a otro país
va destinado, en primer lugar, a su propia subsistencia y a la de su
familia (que en Senegal es muy extensa). El porcentaje de su ganancia
anual destinada a las donaciones depende únicamente de su voluntad y
de su capacidad para generar ingresos. Como es lógico, es habitual
que a lo largo del tiempo estas donaciones fluctúen -a veces más, a
veces menos- dependiendo de las circunstancias personales y del
entorno de cada cual13.
Por
otro lado, la confusión vuelve a reinar en el artículo: aquí se
les acusa de realizar donaciones a mezquitas dentro y fuera de
España, cuando pocas líneas más arriba la acusación es que todo
el dinero va 'a una cuenta en Touba'.
Esa organización es criminal porque genera lucro por
la comisión de un delito, el de venta ambulante de productos que
violan la propiedad industrial.
Esta
frase es una de las más graves del artículo y en ningún caso se
puede demostrar, pues como repetimos no sólo no existen pruebas de
que la comunidad murid controle la venta ambulante, sino que el
esfuerzo de esta comunidad es que cada uno de sus miembros pueda
desarrollar su vida profesional y personal de una manera íntegra
para que así pueda ayudar a enriquecer (material y espiritualmente)
a la sociedad en general.
En las 'dahiras' españolas no hay apenas senegaleses de
segunda generación, ni tampoco ancianos.
Como
ya hemos dicho, sí hay senegaleses de segunda generación -sólo
hace falta darse una vuelta por los colegios de los barrios con mayor
presencia de senegaleses-. También hay personas que no son de origen
senegalés y que se han incorporado a la muridiya. Es cierto que
cualquier emigrante murid, como el resto de emigrantes, sueña con
regresar a su hogar tarde o temprano. La estructura de la muridiya
favorece mucho más este regreso por la capacidad organizativa y la
gestión de parcelas (una ciudad como Touba, por ejemplo, tiene un
crecimiento mucho mayor que el de otras ciudades de Senegal y
facilita este retorno14).
Los diez mandamientos del mantero
9- Cotizarás para las
necesidades de tu 'dahira', y para las de la ciudad santa de Touba.
10- Santificarás las fiestas en
comunidad con tus hermanos muridís.
Este
es uno de los apartados más difamatorios del artículo, pues los
“diez mandamientos” sólo están en la cabeza del articulista. De
todos ellos, los puntos 9 y 10, que son los que afectan directamente
a la comunidad murid, son fáciles de desmentir. Como venimos
repitiendo, la cotización es voluntaria y además muchos de los
proyectos no se destinan a Touba. Como en todas las asociaciones,
sean o no religiosas, los miembros suelen pagar una cuota para que
esta sea autónoma y pueda realizar las actividades que se propone,
pero al mismo tiempo no es un mandamiento, sino un compromiso.
Ninguna dahira excluye a nadie por el hecho de no contribuir
económicamente.
Lo
de 'santificarás las fiestas' tampoco es una obligación, sino la
mejor ocasión de encontrarse con la comunidad y fortalecer los
vínculos. Al emplear un verbo como 'santificar' el periodista parece
buscar un halo oscuro y sectario, y sólo hace falta asistir a uno de
estos eventos (abiertos a toda la ciudadanía) para ver que en
realidad son encuentros festivos, familiares (hombres, mujeres,
niños...) y agradables donde impera la charla, la comida y los actos
culturales, como mesas redondas o recitales.
NOTAS
1Ver Cheikh Anta Babou, Le Jihad de l’âme. Ahmadou Bamba et la fondation de la Mouridiyya au Sénégal (1853-1913), Karthala, París, 2011. (También disponible en inglés.)
1Ver Cheikh Anta Babou, Le Jihad de l’âme. Ahmadou Bamba et la fondation de la Mouridiyya au Sénégal (1853-1913), Karthala, París, 2011. (También disponible en inglés.)
2Sobre
la historia de las cofradías sufíes y su presencia por todo el
mundo islámico, ver G. Veinstein y A. Popovic (eds.), Las sendas
de Allah: las cofradías musulmanas desde sus orígenes hasta la
actualidad, Bellaterra, Barcelona, 1997.
3Un
detallado repaso de las principales cofradías de Senegal
(Qadiriyya, Tijaniyya, Mouridiyya y Layenne) y su evolución en
Khadim Mbacké, Sufism and Religious Brotherhoods in Senegal,
Markus Wiener Publishers, Princeton, 2005.
4Ver
por ejemplo las tesis de Souleymane Bachir Diagne, reputado filósofo
y profesor de la Universidad de Columbia en En quête
d'Afrique(s). Universalisme et pensée décoloniale, Albin
Michel, París, 2018.
5Cheikh
Ahmadou Bamba, Jawharun Nafîs (La joya preciosa).
6Como
recuerda Ababakar Thiak, Touba es la segunda ciudad de Senegal, si
bien a nivel administrativo se considerada una aldea (la más grande
del mundo). Desde su consagración como "ciudad modelo"
seleccionada por la Organización de las Naciones Unidas para los
Asentamientos Humanos en Estambul en 1996, ha ido ganando más y más
residentes.
7Ver
Khadim Syll, Histoire générale des dahiras chez les mourides.
Fondements et principes, genese et évolution,
Éditions Minane, Senegal, 2016.
9Dos
libros de referencia sobre la muridiya están escritos por dos
murids de origen no senegalés, el francés Didier Hamouneau y el
tunecino Abdallah Fahmi.
10La
ciudad de Porokhane acoge cada año a cientos de miles de personas,
sobre todo mujeres, que visitan la tumba de esta mujer clave en la
muridiya.
11Ver
también algunos estudios antropológicos dedicados a esto, como el
de Sophie Bava, Routes migratoires et itinéraires religieux. Des
Sénégalais mourides entre Touba et Marseille (2017) o Ottavia
Schimdt di Friedberg, Islam, solidarietà e lavoro. I muridi
senegalesi in Italia (1994).
12El
énfasis de la muridiya en el khidma
(o servicio), muy relacionado con la no violencia, impregna la
práctica espiritual y material de los murids. De hecho, su
fundador, Cheikh Ahmadou Bamba, se define como el “Servidor del
Profeta”.
13Sobre
la relación entre donación, obligación y la preponderancia de la
vida grupal en África (y no sólo en la muridiya) ver los libros de
los economistas Felwin Sarr, Afrotopia, Catarata, Madrid,
2018 y Serge Latouche, La otra África, oozebap, Barcelona,
2007.
14Ver
el extenso libro dedicado a esta ciudad del geógrafo Cheikh Guèye,
Touba, la capitale des mourides,
Khartala, París, 2002.